Siendo consciente de su diferencia, camina por la vida. Sintiendo desidia por ésta. Cada mañana que abre los ojos, intenta ver el día desde una perspectiva más amable que el anterior, pero es difícil.

Reflexiona sobre lo que está por venir, concluyendo en su poco halagüeño aspecto. La información, en la mayoría de los casos, no es veraz y llega a cuenta gotas. A veces con un estilo impecablemente farragoso para su absoluta incomprensión. Entonces, ¿a qué aferrarse para el entendimiento del mundo? ¿Cómo no sentirse indefensa ante la situación?

No es más que un instante en el tiempo universal. El mundo seguirá girando cuando ya no esté. Pero a pesar de ello, la preocupación por el devenir de quien lo habite, le asalta de manera irremediable.

La tristeza invade su alma.

Mira al horizonte y a su espalda. Los segundos se suceden. Los ya pasados hablan de las crisis sufridas, y los que llegan, de tratados por el bienestar social. Palabras que se suceden de manera idílica: Recuperación, transformación y resiliencia. Todo ideado por el conjunto europeo para evitar debacles económicos, sociales y demográficos.

Quizá se equivoque recordando aquella máxima del despotismo ilustrado: “Tout pour le peuple, rien par le pouple” Pero si quien redacta bajo ese aparente paternalismo juega a favor de sus intereses financieros ¿en qué queda ese proyecto de mejora? La falta de respuesta real le desalienta aún más.

 Piensa en las personas de su alrededor, en las que pululan esto que llamamos vida. Se siente desconectada del conjunto al que pertenece. Hacen sus rutinas en un ciclo interminable hasta que son considerados “jubilados”. Siempre sin percatarse de la falta de dominio sobre sus rumbos vitales. ¿Por qué permiten esta pérdida de control? ¿Qué ganan con ello? Y sobre todo ¿cómo luchar cuando la corrupción campa a sus anchas en los despachos y grandes salones donde se decide sobre el pueblo?

Recuperación: Se usa el término para implementar medidas intentando paliar la situación general. Tras el desastre y la recesión producida hay que volver al nivel anterior. Promover el consumo, el intercambio de dinero, retomar los niveles de empleo de antaño y mejorar la ocupabilidad laboral y la formación continua del personal para una óptima adecuación a los tiempos que corren.

Suspira mientras una pregunta le recorre la cabeza: Si el sistema no es de consumo, sino de sobreconsumo con todas las consecuencias que ya ha generado, ¿cómo se puede pretender volver a la ineficacia? Otra cuestión le invade: Si estamos en la cuarta revolución  y el proceso de digitalizar el entorno de trabajo es inminente, ¿cómo se pretende dar cabida a toda la mano de obra existente, que por mucho que se forme, ya no es tan necesaria? Un nuevo suspiro emerge de su pecho.

Transformación: Más allá de la inteligencia artificial, de los algoritmos que ya pueblan el sistema, se habla de un cambio de estilo de economía. La verde, que es el medioambiente y la azul, los ecosistemas marinos. Además de teorizar sobre un modelo circular. La duda vuelve a asaltarle: ¿Cómo transformar una economía lineal con desechos en una circular sin los mismos? ¿Dónde quedará la famosa obsolescencia programada y percibida?

Apoyada sobre una pared, mirando sin mirar, recuerda una información de hace tiempo comentada en un documental. La naturaleza está en manos privadas y lleva tiempo siendo objeto de especulación en bolsa. Si en el tratado se promociona la conservación de la misma, ¿no se está dando alas a su comercialización teniendo como baremos el estado del recurso y qué utilidad puede tener para el pueblo? ¿Es el alimento una propiedad privada de los grandes tenedores? ¿Es la calidad del aire un lujo con el que decidir quién lo disfruta y quién no? La angustia se ceba con su mente.

Resiliencia: Usado más para el sistema económico que para la supervivencia del pueblo. Medidas monetarias de préstamo europeo con condicionantes hipotecarios a generaciones futuras. Y sin embargo, es una iniciativa para evitar próximas adversidades y desajustes. Para evitar la quiebra. Inversiones millonarias, pero de distribución desigual, siendo las cuantías más bajas para ciencia, salud, cultura y recursos para los desamparados. Entonces ¿qué se promueve si no se alimenta correctamente a los generadores de recursos, las personas? Como dice una vieja máxima: “Una empresa puede funcionar hasta sin director, pero nunca sin sus trabajadores” Si no se les da oportunidades, alimentos, sanidad y educación, ¿cómo se pretende mantener la economía? ¿Sólo importa la especulativa? ¿Sólo el dinero es privado y la deuda pública?

El gesto de abatimiento brota de su interior. Quizá sean cuestiones demasiado simplistas para un tema muy complejo, habiéndose quedado fuera muchos matices importantes. Quizá surjan de su gran incomprensión del mundo que habita. Se imagina a la gente luchando por lo que les pertenece. Se imagina un lugar mejor. Pero el individuo promedio yace dormido entre unas migajas de pan y un poco de circo.

Sintiéndose sola a pesar de estar rodeada. Tal vez deba dejar la divagación, pues tampoco tiene con quién compartirla. Sólo sabe que el mundo es un pozo de corrupción, donde el que no corre vuela, mientras se juegan con reglas ignotas para la mayoría.

Sólo son pensamientos. Nada más.

Se rasca la cabeza, se frota los ojos y retoma sus quehaceres intentando vislumbrar por qué se hace estas preguntas. Y por qué no existe manera de contrarrestar lo que parece no resolver los problemas. Siempre los intereses privados como primer concepto a salvar. Siempre igual. ¿Por qué?.