Siendo madrugada,
la luna proyecta,
su luz plateada,
en mi desnudo cuerpo,
tranquila y sentada,
sintiendo la fría noche,
a mi piel abrazada,
en el tejado estoy,
oyendo de pasada,
al eterno tiempo.
Un búho quejumbroso,
al aire gime,
triste y melodioso,
avisando la muerte,
de lo misterioso,
desde lo lejano,
y lo silencioso,
sabe que hay,
algo tenebroso,
flotando en la noche.
He de admitir,
que llevo dos noches,
sin poder dormir,
atraída por algo,
que me hace estar aquí,
sentada en el tejado,
esperando al fin,
saber qué o quién,
qué quiere de mí,
en la nocturnidad.
Vuela a mi lado,
negro murciélago,
funesto enviado,
del próximo suceso,
silencioso y posado,
en mi ventana,
muestra ya airado,
porte triunfador,
caza ya ha dado,
para el horror.
Mas aún quieta,
observando todo,
espero respuesta,
a este misterio,
que despierta,
aún me tiene,
en noche abierta,
y cerrado tiempo,
sensación inquieta,
de compañía.
Cerca ya siento,
extraña presencia,
que el frío viento,
consigo trae,
ya es el momento,
la verdad se muestra,
el firmamento,
ya se apaga,
pausado movimiento,
de negra sombra.
Nocturno ser,
que ya a mi lado,
silencioso se ve,
“¿Quién eres sombra,
tu intención cuál es?”,
“Soy lo que dejaré,
pronto ya de ser”,
posado a mi diestra,
vaciándome,
succionando mi alma.
Ahora mi cuerpo,
desnudo y agazapado,
como ser no-muerto,
vigilando se halla,
esperando el momento,
buscando víctima,
romper mi tormento,
sorbiendo un alma,,
de un ser ingenuo,
que aún despierto esté.